La verdad oculta. Una de las mejores películas que he observado, se llama “La verdad oculta”, protagonizada por Will Smith, quien encarna al Dr. Omalu, un nigeriano que emigró a Estados Unidos en búsqueda del “sueño americano”. Recala en Pittsburg, una ciudad que vive y respira por sus Steelers, y en donde se dice que: “… la NFL le robó un día a Dios…”. Es decir, estamos hablando de una industria multimillonaria, que inicia su temporada en la primera semana de septiembre, y finaliza en febrero, con uno de los eventos más vistos en el orbe: el Super Bowl.

La trama de la película es muy interesante, y se trata del hallazgo de una anormalidad en el cerebro en los exjugadores, a la cual oficialmente se le nombra Encefalopatía Traumática Crónica (ETC), afección derivada de traumatismos craneales repetidos a lo largo de los años, es decir, constantes golpes por un periodo extendido de tiempo. Todo lo anterior, provoca un infierno en la vida del descubridor de la enfermedad, por los ataques de parte del mundo NFL, pero al final logra que se reconozca que la práctica del deporte en mención desde la infancia hasta el mundo profesional, podía provocar la muerte. Para los que nos gusta la NFL, es una realidad que, el deporte es sumamente violento, y que parte de ello obedece al despliegue de fuerza, velocidad y violencia reglada en cada una de las jugadas. Por consiguiente, gracias a las investigaciones del Dr. Omalu, la NFL y el futbol americano cambiaron, pues al costarle miles de dólares en demandas, decidieron crear un protocolo de conmoción y sancionar ciertos golpes. Eso sí, con el pasar de los años, se han ido evidenciando otros casos, unos más sonados que otros, como, por ejemplo, la situación vivida por Aaron Hernández, que se explica muy bien en un documental en Netflix, llamado: “La mente de un asesino”.

¿ETC en el fútbol? Ahora bien, volvamos al fútbol, un deporte que tiene sus riesgos —como toda actividad—, específicamente por el juego brusco que algunos ejecutan, pero en donde se habla muy poco de los impactos al balón con la cabeza. Veamos la relación entre el descubrimiento del Dr. Omalu, y el fútbol. Hace unos años, pude leer un artículo periodístico que relacionaba el cabeceo con la ETC descubierta por el Dr. Omalu, la investigación consistió en establecer “… si la práctica de fútbol también podía ser una causante de la ETC y uno de los estudios más interesantes fue publicado en la revista Acta Neuropathologica en febrero de 2017. En este trabajo llevado adelante por expertos del Instituto de Neurología del University College London y financiado por The Drake Foundation se realizó un seguimiento desde 1980 hasta 2010 de 14 futbolistas retirados que tenían algún tipo de deterioro cognitivo progresivo desde los 63 años, tales como: dificultad para hablar, combinación de cambios de humor y comportamiento, pérdida de la memoria, disfunción ejecutiva, Párkinson o alteración de la marcha, entre otros”. Incluso, ya hay un caso documentado de un futbolista de nombre Scott Vermillion, que jugó en la MLS, y murió en 2020. Es el primer jugador de fútbol con un caso abierto de E.T.C.

Reacciones. Ante lo anterior, la federación inglesa y los países de origen anglosajón no sólo han tomado medidas en torno a todo esto, sino que expusieron la situación ante el órgano rector, pero “hasta el momento la FIFA no ha dado indicios de que vaya a comenzar una profunda investigación científica acerca de por qué muchos futbolistas sufren problemas neurológicos varios años después de haberse retirado, pese al reclamo de la propia federación de Inglaterra. En cambio, en Estados Unidos, se han prohibido los cabezazos en las categorías menores de trece años. En el caso de Gran Bretaña, en el año 2019 se estableció permitir los cabezazos en los menores de edad, “… hasta que éste logre desarrollarse en su totalidad y así evitar que sufra golpes leves y repetitivos que puedan afectarlo. “Entre los 12 y 14 años termina un proceso que se llama milienización que es muy rápido en los primeros años de vida y después se va poniendo más lento, pero (a esa edad) sigue siendo un cerebro inmaduro y aproximadamente a los 16-18 años se completa”, detalló el doctor Rimoldi”. Sin duda, se trata de una práctica sana que, busca proteger a los menores de edad, ante la nebulosa que se cierne en cuanto al tema, y sobre todo, ante la inacción que se denota por parte de las autoridades mundiales.

¿Qué pasa en Costa Rica? Por consiguiente, cabe preguntarnos si en Costa Rica se están tomando medidas, o al menos, si se han practicado estudios en torno a la posibilidad de que el ETC se haya presentado en algún futbolista. Como decía, nuestros niños y niñas empiezan a muy temprana edad a practicar el fútbol, y si logran llegar al fútbol profesional, perfectamente habrán usado su cabeza para golpear el balón, por un lapso de entre 20 a 30 años —siendo superior su uso en el caso de los defensas—, por lo que sería más que justificado tomar medidas responsables y preventivas en torno a la temática.

Es hermoso ver a cientos de niños y niñas en la Sabana jugando “bola”, pero, también es importante que el tema se tome con mucha seriedad, independientemente de que la FIFA haya tomado una actitud omisa al respecto.

Tenemos en el país, los recursos en la Federación y la Unafut, para tomar las medidas preventivas para evitar que en el futuro haya padecimientos como los mencionados, iniciando con una alianza con alguna escuela de medicina del país o el Colegio de Médicos, para la elaboración de protocolos científicos. No me cabe la menor duda que, los progenitores agradecerían que, se tomen cartas en el asunto, y que sus hijos continúen practicando el deporte que aman, de una forma responsable.

Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio. Delfino.CR es un medio independiente, abierto a la opinión de sus lectores. Si desea publicar en Teclado Abierto, consulte nuestra guía para averiguar cómo hacerlo.