El pasado 25 de noviembre conmemoramos el Día de la Lucha contra la Violencia hacia las Mujeres, ¿verdad que suena bonito y hasta políticamente correcto? Pero, no sólo es decirlo, debe ser sincero el esfuerzo para resistir a la violencia y discriminación que sufrimos a diario todas las mujeres.
Hace unos días, conversaba de lo feliz que me sentía porque finalmente en Costa Rica, es obligatorio tener candidaturas en paridad, en este próximo proceso municipal, y cómo me duele escuchar los mismos comentarios de siempre: “debe ser candidata por su capacidad y liderazgo, no por ser mujer”, “tienen que ganárselo”, y el más reciente y popular: “a las mujeres no les gusta participar en política”.
Asusta pensar que todavía existan personas que consideren que las mujeres no tenemos la capacidad y el liderazgo para asumir una campaña, para ser candidatas, para liderar y tomar decisiones. Asusta pensar que todavía existan personas que crean que el liderazgo en el desarrollo local, los títulos académicos y los múltiples logros de las mujeres, nos los han regalado.
¿Qué no nos gusta la política? La actual Asamblea Legislativa es la más paritaria en la historia. ¿De dónde se sacan esos cuentos de que no nos gusta participar en política? Obvio que es un machista quien se digna a decir tal desfachatez.
Realmente estoy cansada de escuchar expresiones para justificar la discriminación y la violencia política, así nos dicen: “pero eso no es nada”, “usted se puede defender sola/no necesita que la defiendan”, “sino aguanta ¿para que se mete?”, “no sea tan delicada”, “tienes un problema, sos una mujer ambiciosa”.
Tengo que decirles que sí aguanto, pero no tengo por qué hacerlo, no soy delicada, eso me ofende y me violenta. Las palabras y los hechos hacen daño a las personas, me hacen daño a mí como mujer. Tengo que decirles que sí sé defenderme sola y no ocupo que me defiendan, pero ¿por qué debo hacerlo?
Reconocer a las mujeres, como personas pensantes, capaces, independientes, con sentimientos, lideresas ha sido un desafío desde el principio de los tiempos. Reconocer el liderazgo de las mujeres, mejor ni pensarlo y más aún si somos ambiciosas, eso no cabe en la mente de muchos y es más, genera un enorme temor.
Pero también quiero decirles que soy arquitecta no arquitecto, que soy diputada y no diputado, que soy presidenta y no presidente.
Y para quiénes lo cuestionan, el término sí es correcto, según la Real Academia Española, en referencia a una mujer, la opción más adecuada hoy es usar la forma: “presidenta”, en femenino documentado en el español desde el siglo XV y presente en el diccionario académico desde 1803.
Algo tan insignificante para unos, pero tan importante para nosotras, es el uso del lenguaje o de la manera en que se refieren a las mujeres, pero ¿saben qué es lo más triste? Que siempre van a existir excusas para no utilizarlas y finalmente no reconocer e invisibilizar el liderazgo de las mujeres.
Para terminar, quiero recordar una frase de Nietzsche, “Cuanto más alto volamos, más pequeños les parecemos a quienes no pueden volar”.
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